lunes, 23 de julio de 2012

Capítulo 6. No me importa nada.


Mientras reflexiono sobre todo aquello tumbada en mi cama,noto que la cabeza me empieza a dar vueltas. No me sorprende. Siempre siento un ligero mareo al retroceder a tiempos tan difíciles. Aunque los que acontecen ahora no lo son menos. Tengo una certeza que se precipita sobre mí a un ritmo imprevisible. Imposible averiguar cuando tocará tierra. Voy a ser desterrada de FairyTale. O como aquí lo llaman,reeducada. Se supone que te sueltan en el extraradio,en las afueras,mejor conocido como,el infierno en la Tierra. Allí tú tienes todo el tiempo del mundo para reflexionar y pensar en lo que has hecho y luego,pasados cinco,ocho o trece años,puedes presentarte frente a las compuertas de la muralla con algo que demuestre que estás arrepentido y has cambiado. No me preguntéis qué,porque no soy capaz de imaginar nada. ¿Qué prueba debería aportar yo para demostrar que creo en las bodas concertadas? Realmente ni me importa. No tengo intención de regresar a FairyTale. Además,eso de que dejen volver a entrar a alguien que haya pisado el infierno en la Tierra,lo pongo en cuarentena. Jamás nadie ha solicitado volver a entrar,porque a quien es reeducado,no se le vuelve a ver el pelo. Eso me inquieta muchísimo,por qué mentir. Y aunque consiguiese volver con una prueba de mi cambio,¿me dejarían entrar? Aquí se toman muy en serio lo de las normas. Y no sería una buena propaganda eso de dejar entrar a un delincuente en FairyTale. Porque si se admiten las segundas oportunidades,significa que ser “malo” no es tan imperdonable. Y si ser “malo” no es tan malo,entonces no le veo el sentido a esas estrictas y dictatoriales normas. Por eso pongo en cuarentena el rollo comprensible que ha adquirido nuestro gobierno. Lo cierto,es que pongo en tela de juicio todo lo que por aquí se cuece. No hay que fiarse. Bueno,no entiendo ni por qué reflexiono sobre ello. Cuanto más lo pienso,más claro tengo que no quiero volver a FairyTale.

Mamá me hace levantarme de la cama para ayudarle a tender la ropa. Doy por hecho que cualquier actividad monótona pero que requiera una mínima participación por mi parte me ayudará a pensar en otra cosa. Entre pinza y pinza,aprovecho para estudiar de reojo a mi madre. Aún no he averiguado cuánto sabe de lo acontecido con Brian,y del muchacho tampoco conozco mucho más. No es que me desviva por él,pero soy humana y la expresión dolida que vi en sus ojos no logro borrarla de mi mente por mucho que me empeño. Recuerdo esas últimas palabras: No me conoces. Crees que sí y que puedes juzgarme. Pues te equivocas.

Creo que lo conozco bastante. En lo que llevo de vida he descubierto muy bien cómo funciona Brian. Somos como dos polos opuestos que se repelen. Cuando yo me acercaba a él,él se alejaba de mí. Y ahora que yo me alejo,es él el que se aproxima. No habrá mucho más. Aparte de eso,sé que es falso y rebelde. Finge cumplir las normas y quién sabe cuántas habrá incumplido. Mira por dónde,ahora soy yo la rebelde,la que no se va a casar. No he escuchado nunca ningún caso de alguien que haya rehuido de su matrimonio. Aunque tal vez esos incidentes se lleven muy en secreto. De pronto la intriga me supera y decido pasarle mis dudas a mamá.

  • ¿Conoces algún caso de unos prometidos que no hayan llegado a casarse?

Mi madre deja de tender y arquea una ceja,intrigada.

  • ¿Aquí? No,claro que no. En FairyTale todos respetamos las normas.
  • Y a los que no las respetan,fuera. ¿No?

No especifico ese término de fuera. No obstante,a ella le basta con ello para escandalizarse.

  • ¡April!¿Otra vez con eso? Creí que ya habíamos zanjado el tema. Los que no merecen vivir en este pueblo de armonía,pues se van. Y es justo. Además,hoy en día casi nadie es...expulsado.

Paso por alto el miedo que sufre al pronunciar la palabra expulsado. Lo que no puedo tolerar es una mentira tan gorda. En FairyTale al menos tres personas son expulsadas al día. Estamos perdiendo población a una velocidad fascinante. Y este,¿un pueblo de armonía? Discrepo en tantas cosas que prefiero volver al tema anterior.

  • Entonces,¿no conoces a nadie que se rebelase contra su boda?

Duda unos instantes.

  • No,ya te he dicho que no. Por cierto...- Se acerca a mí para acariciarme la mejilla con dulzura.- Esta pregunta tan extraña,no tendrá nada que ver con tu cercano enlace con Brian,¿verdad?

Se me corta la respiración.

  • ¿Qué...?
  • Habéis discutido,¿no es cierto?Y ahora temes que no quiera casarse contigo. Por eso hace dos semanas que no le vemos el pelo a él por la casa.

¿Cómo describir lo que siento en este momento?

Por una parte,me indigna que mamá piense que podría estar preocupada porque Brian,y recalco,Brian no quiera contraer matrimonio conmigo. Por otra parte,debo reconocer que es mejor que crea eso que el que se entere de que soy yo la que renuncia al enlace. Así que me acojo a mi papel de actriz e interpreto lo mejor que puedo mi desolación.

  • Sí,es eso. ¿Sabes algo de él?

Me parece una buena forma de matar dos pájaros de un tiro.

  • Claro,cielo. Sus padres y nosotros ya nos olíamos algo,porque estáis los dos muy raros. Él sigue haciendo vida normal. Pero según me cuenta Louis,a veces se le va la cabeza a otro lugar. Es como si ya no estuviese allí. Estaba muy asustada,y yo le comenté que no se preocupase tanto,que a ti te sucede desde hace años,y sigues bien.

Me parece...¿bien?que mamá tranquilice a la madre de Brian argumentando que a mí también se me va la cabeza. No sé qué pensar en este momento. Tal vez vaya siendo hora de que haga una visita a Brian. Hace mucho que no voy a su casa por voluntad propia. Termino de tender la ropa y de paso recojo del tendedero una camisa blanca que ya está seca. La combinaré con unos vaqueros. Ahora tengo una docena de ellos. Veo que mi madre observa lo que hago con recelo.

  • April,¿por qué te empeñas en coger la ropa antes de que esté planchada?

¡Qué suerte la suya! Lo que más le preocupa en este momento es que me ponga ropa arrugada. Si supiera lo que se avecina en menos de un año...

  • Voy a ver a Brian.

El simple hecho de que acuda a hablar con mi prometido hace desaparecer su molestia por la ropa. Esboza una alegre sonrisa.

  • Muy bien. Ya verás como no es nada. Total,no vais a ser ahora vosotros los primeros en no casaros,¿no?

Cuánta verdad hay en esa simple broma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario