Han
pasado dos largas semanas en las que no he tenido noticia de mi
prometido o sus padres. De vez en cuando,mamá pasa por mi lado y
suelta algún comentario del estilo: Deberías pasarte a visitar a
Brian.
Yo
lo ignoro y sigo con lo que estoy haciendo,más tranquila,eso sí.
Porque el que mi madre se limite a alentarme para pasar más tiempo
con el chico,me da a entender que no está enterada del cambio de
planes. A veces pienso que debería haber retrasado hacer públicas
mis intenciones hasta uno o días antes de la boda. No soporto pensar
que le voy a arruinar la vida a muchas personas. Ojalá pudiesen ver
las cosas como las veo yo. Si fuesen capaces de visualizar las
cadenas invisibles y el yugo que limita nuestra existencia,todo
sería distinto. Entonces quizás ahora yo no tendría que estar
obligada a casarme con Brian. Posiblemente ni lo conocería como
ahora lo conozco. Y seguramente no lo detestaría sin remedio. No
hubiese tenido lugar aquella tarde del mes de Abril,mi
mes,tres años atrás.
Yo
era una chica alegre y amistosa por entonces,tenía millones de
amigos por todo el reino. Brian y yo compartíamos el mismo aula y
los mismos compañeros. Recuerdo que todos los de la clase quedamos
en el frente al castillo. Yo iba con mi querido Brian,por exigencia
de nuestros padres. Intenté ser lo más agradable y deseable
posible. Me puse un vestido blanco que resaltaba mis crecientes
curvas,que a los catorce años ya eran visibles. Además,me recogí
el pelo con una diadema plateada y unas sandalias del mismo color. La
emoción de mi madre fue palpable al verme tan guapa. Estaba a punto
de recordarme lo orgullosa que estaba de ser mi progenitora cuando
sonó el timbre de la puerta. Insistió en ser ella la que abriese,y
yo la dejé,sentándome en el sofá de la salita. Pude escuchar el
grito contenido de mamá desde mi posición. Podría haberme
preocupado,pero nadie se preocupa por nadie en FairyTale. No hay
motivos para hacerlo. Aquí no tiene lugar la maldad.
Al
rato apareció mi madre acompañada de un muchacho con el pelo rubio
repeinado hacia atrás con gomina o algo parecido. Me costó un poco
reconocer en él a Brian. Por lo visto,él también trataba de
agradarme a mí. Los latidos de mi corazón aceleraron su ritmo
peligrosamente. Lo veía tan mono...No encontraba el momento de
entregarle mi primer beso. Según la regla 12 de FairyTale,para
evitar problemas de amores no correspondidos,cada ciudadano sólo
podrá besar a su respectiva pareja designada al nacer. No
hay nada más absurdo. Bueno no sabría elegir la regla más
estúpida. Pero puedo asegurar que no hay nada más absurdo que las
reglas de nuestro reino.
Bien,pues
debido a esta norma,yo reservaba mis besos. Sabía que todos serían
para Brian. No obstante,me negaba a dárselos obligada por nuestro
futuro enlace. No. Surgiría cuando tuviese que surgir. Aquella tarde
me parecía idónea para hacerlo.
Brian
me dedicó una educada sonrisa. Se acercó y me plantó un beso en la
mejilla. Yo se lo devolví roja como un tomate. Mamá,antes de
marchar,nos obligó a posar para una foto en el jardín. Él me
agarró la mano disimuladamente,y ese simple gesto,hizo que me
derritiese ante él. Mi sonrisa de felicidad plasmada en la foto fue
completamente real,la suya...no. Creo que fue este día en el que me
di cuenta de que mi vida no era un cuento de hadas,y los que me
rodeaban no eran tan perfectos como yo pensaba. Brian y yo íbamos
por el camino que conducía al lugar de la quedada sin pronunciar
palabra. Yo debí de imaginar que esperaba a que dijese algo.
- Estás muy guapo,Bri.
Sí,por
esos tiempos lo llamaba hasta por un diminutivo cariñoso. Lo cierto
es que mentí,a mí siempre me ha gustado más su estilo natural,con
el cabello sin un gramo de espuma fijadora,tan sólo abanicado por el
viento.
Brian
me miró sorprendido,y se apartó un poco de mí. Esa reacción me
sentó fatal. Pensé que era una estúpida por abrir la boca.
- Gracias,supongo.
Contestó
secamente.
No
volvimos a decir nada hasta encontrarnos con el resto de compañeros.
Allí,entre la confusión,traté de coger de nuevo la mano de Brian
como antes,en casa. Lo conseguí,pero el la apartó de
inmediato,horrorizado.
- ¡¿Qué te crees que estás haciendo?!
Su
exaltación ganó la atención del resto,los cuales se posicionaron a
nuestro alrededor intrigados. Yo estaba tan confundida tras sus
palabras que no supe ver en qué lío me estaba metiendo. Alcé las
manos buscando una explicación.
- Cogerte de la mano. ¿Qué hay de malo en ello?
Todos
mi,hasta entonces,amigos estallaron en carcajadas. Brian se llevó
una mano a la frente y me dedicó una mirada despectiva. Me sentí
tan herida...No os podéis hacer una idea. Yo le quería,puede que
incluso le amase. Y estaba convencida de que él me correspondía. Su
desprecio fue doloroso,mucho. Sin embargo,aún no había acabado
conmigo.
- Que no quiero ningún tipo de contacto contigo. Mírate. Parece que hoy sea el día de nuestra boda,que ojalá no llegue nunca.
Cada
ataque era un puñalada más en mi corazón. Es que era tan
gratuito,que sólo por ello,hacía más daño. Mis ojos se empañaron
de lágrimas. Ya no pensaba con la cabeza. El que hablaba era mi
corazón agónico. De ahí mis siguientes palabras.
- Sólo pensé en estar guapa para ti...Pensé que así,tal vez...
- ¡¿Tal vez qué,niña?!Joder,no irás a decirme que te has colado por mí. ¡No me jodas!
Las
lágrimas se desbordaron y ahora corrían con libertad por mis
mejillas sonrojadas.
Mis
compañeros ahora se limitaban a chismear entre ellos. No sé qué es
peor,si las carcajadas o los chismes. Como yo no respondía,Brian
continuó por mí.
- Llora todo lo que quieras. Me parece increíble que creas que así te daré la mano o te besaré.
A
mí si que me parecía increíble lo que él estaba profiriendo.
Lloraba por él,sin duda. Sin embargo,no deseaba con ello que me
hiciese ningún tipo de caricia. Ya no. Antes era yo misma la que
había deseado besarle. Creía que él lo deseaba tanto como yo. Lo
que se me escapaba era por qué Brian me detestaba tanto. Entonces lo
comprendí,cuando vi surgir una sombra de entre el corrillo que se
había formado a nuestro alrededor. Era una chica de melena rizada
hasta la cintura,rubia. Sus rasgos finos y acentuados,en seguida me
recordaron a una chica que estaba en un curso superior al nuestro.
Vamos,no me lo recordaron. Es que era ella. Se dispuso junto a
Brian,agarrándolo del brazo. Brian la miró intensamente y cogió su
rostro entre las manos para besarla con pasión. Me quedé
petrificada. ¿Qué veían mis ojos? No sé por qué dije lo
siguiente. Debí haber desaparecido en cuanto tuve oportunidad.
- La...la regla doce dice...
Jason
apartó el rostro del de la rubia muy,muy,muy molesto. Furioso,diría
yo.
- ¡Ya sé lo que dice la puñetera regla doce,estúpida!¡¿Y sabes por dónde me la paso?!¡No,no quieras saberlo!¡Seguro que también te escandalizas!- Su...¿novia?lo agarró del brazo y le pidió que se tranquilizase. Más calmado me dirigió una última mirada asqueada.- Tienes catorce años,¿cuándo piensas salir de ese cuento de hadas?
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