Estuve
llorando tres días seguidos. Sé que parece difícil,pero cuando
tienes un buen motivo,las lágrimas aparecen solas. Me encerré en mi
habitación y no salí de allí hasta pasada una semana y media del
incidente. Por suerte,acababan de darnos las vacaciones,así que le
colegio no supuso ningún problema. A los únicos que permitía verme
tan derrumbada eran mis padres. Mamá estaba tan preocupada que dejó
de comer por falta de apetito. Y todavía aún padece de vez en
cuando esos malditos desórdenes alimenticios. Papá creo que siempre
se olió que la causa de mis penas se hallaba en un problema
amoroso,pero nunca ha dicho nada al respecto. Obviamente,jamás he
sido capaz de contarle todo aquello a mis padres,no sé si les
destrozaría sus espectativas con Brian,o simplemente me verían como
una niña tonta y se reirían de mi. Ante la duda,prefiero reservarme
mis pensamientos.
A
parte de ellos dos,también hubo una persona que venía a verme todos
los días. A la que yo no dejaba entrar en mi habitación. Es
decir,que tal como llegaba se iba. Brian entraba siempre en casa con
una flor llamada Eustoma,mi preferida,ya que florece en Abril,el mes
del que recibo mi nombre. Son muy bonita,y delicadas,adjetivos con
los que Brian se esfuerza por compararme últimamente. Cada día me
la traía de un color distinto. No sé de dónde las sacaba. Puede
ser que su madre tuviese un jardín con este tipo de flores. Si lo
tenía,ya no lo tiene. Brian debió llevárselas todas. Mamá
insistía regularmente en que le dejase verme,que era el que más mal
lo estaba pensando.
- No,mamá.- Le respondía yo ente sollozo y suspiro.- Nadie lo está pasando peor que yo. Eso te lo aseguro.
Y
ella no tenía más remedio que reconocer lo evidente. Así,un día
más,Brian regresaba a casa con las manos vacías y con su objetivo
sin cumplir.
Con
el transcurso de los días logré asomarme a las ventanas,y
descubrí,mira por dónde,que el mundo aún seguí allí. Había una
vida después de Brian,y yo estaba dispuesta a vivirla con ímpetu.
Empecé a salir de casa a principios de la segunda semana de
aislamiento. En principio sólo me sentaba en el escalón de la
entrada y permitía que la gente que pasase por allí me preguntara
por mi salud.
Cuando
las ganas de sentir y empaparme de presencia humana recargaron mis
energías,me sentí preparada para dar una vuelta por el pueblo. Fue
una especie de instinto natural. Necesitaba salir y demostrar que
seguía allí,que nada podría conmigo. Subí a mi habitación y me
reflejé en el espejo. Pude comprobar que aquella chicapaliducha y
desmejorada casi había desaparecido. Contemplé mi pelo enmarañado
con un tierno corte infantil. Me recordaba demasiado a la chica
inocente que tanto había sufrido. Yo ya no quería ser esa. Agarré
unas tijeras de costura y el cepillo. Iba a ejercer de peluquera por
primera vez en mi vida,que no la última. Comencé recortándome el
pelo hasta la altura de los hombros. Capas y capas de cabello caían
a mi alrededor. Luego fui a por el flequillo aniñado,y ¡zas! De una
pasado lo recorté degradado,dejándomelo a un lado. Cepillé con
fuerza el resultado y me contemplé en el espejo con decisión y
orgullo. Para confirmar el cambio,apreté los vestidos de mis prendas
habituales y me vestí con unos vaqueros desgastados que utilizaba
para las excursiones al campo y una camiseta sencilla que nunca había
llegado a ponerme. Se había acabado la niña adorable. Ya no quedaba
nada nada de la antigua April. No sólo en el exterior. El interior
también había cambiado radicalmente. Nadie volvería a pisotearme.
Recogí
el pelo del suelo con la escoba y lo guardé en una bolsa de basura
junto con otras cosas que me parecían residuos. Así,con la excusa
de sacarla,pude cruzar las calles por primera vez en tres semanas.
Todo me parecía completamente diferente,porque ahora sabía muchas
cosas que antes me habían pasado desapercibidas. Había comprendido
que nada es lo que parece. Que las leyes estaban,sí,pero las cumplía
quién quería. Yo me había esforzado por ser una ciudadana
ejemplar,todo en vano. Porque mi amor de niñez era un burdo
mentiroso,me tendría que casar con alguien a quién ya no amaba,y
nadie me preguntaría mi opinión antes de empujarme al altar. El
desengaño era amarga. Sin embargo,estaba dispuesta a devolver el
golpe.
Me
detuve en mi primer destino. Una casa que conocía bastante bien. La
madre de Brian abrió la puerta y se quedó petrificada como si viese
la presencia de un fantasma. Ni siquiera me esforcé por sonreír
como antes. Quería que todos entendiesen que si no tengo ganas,no
tengo ganas,que April no siempre es feliz. Mientras pensaba en
ello,mi futura suegra ya me estaba matando a besos y abrazos. Me
pareció que hasta lloraba. Eso me hace preguntarme a veces hasta qué
punto llevamos la relación de futura familia.
Se
disculpó un momento y salió corriendo al interior de la casa. Yo ya
sabía que iba a avisar a Brian,y que pronto estaría aquí,de nuevo
frente a mí. De hecho,me complacía. Era lo que venía buscando.
Brian apareció por el marco de la muerta y también estudió mi
nuevo cambio de look perplejo,desconociendo que el cambio más grande
iba por dentro. Me estrechó entre sus brazos con fuerza. Antes
sentir su calor me hacía suspirar de amor,pero ahora me era tan
indiferente como el abrazo de un desconocido,hasta me incomodaba. Me
dejé hacer cuando él cogió mi mano y me condujo hasta su
dormitorio. Cerró la puerta tras nosotros,para asegurarse de tener
un poco de intimidad. Perfecto,lo prefería así. Me invitó a
sentarme en su cama y acepté.
- April,en primer lugar,¿cómo estás?
Parecía
preocupado de verdad,pero a mí sus palabras ya no me enternecían.
- Bien.- Repuse con voz seca.
Debió
de reconocerla,porque él la utilizaba mucho conmigo. De ahí la
mueca de asombro dibujada en su cara.
- Ah,me alegro. - Pasó la mano por mi cabello recién recortado.- Por cierto,estás preciosa. Mucho más...
- ¿Mujer?
Las
palabras emergieron de mi boca sin haber sido llamadas. De todas
formas,no les impedí el paso. Tras mis tono brusco vino mi ya
habitual manera de rehuirle. Aparté mi pelo de sus manos.
- ¿Qué?
Brian
y su expresión. Era innegable que se había perdido en todo aquello.
Me levanté de la cama y forcejeé con el cierre de la bolsa de
basura. Intentaba extraer algo de su interior.
- Sí,ya sabes.- Resolví restándole toda importancia.- Antes no era suficientemente mujer para ti y te encantaba despreciarme.- Por fin la bolsa se abrió mostrando su interior. De ella,saqué una cestita de paja que había trenzado mi madre durante esas tres semanas de reclusión en las que me hizo compañía.- Toma,es tuyo.
Se
la tendí a Brian,que examinó su interior aún más sorprendido.
Eran treinta y dos flores contadas. De distintos colores.
Concretamente,eustomas. Sacó un ejemplar,convencido de que me había
equivocado.
- No,estas flores las recogí yo para ti. Te las llevé cuando estabas...
- ¿Muriéndome de pena?¿Sumida en una habitación cuando todo a mi alrededor se desmoronaba? Sí,ya lo sé.
Cerré
de nuevo la bolsa de basura y me encaminé hacia la puerta de la
habitación. Brian se adelantó y me cortó el paso.
- Son un regalo para mi amor.
En
otra ocasión ser llamada su amor,habría conseguido que me
temblasen las piernas de emoción. A la April de ese día,sin
embargo,no hicieron más que provocarle arcadas. Lo aparté de la
puerta de un empujón que lo hizo precipitarse al suelo junto con
todos los eustomas Aquello parecía el jardín de la fantasía. Abrí
la puerta y antes de marcharme le dediqué algo que había aprendido
de él,las miradas de desprecio.
- Entonces llévaselas a esa que te comía la boca el otro día.
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